viernes, 27 de abril de 2018

FINCA EL SECRETARIO

Se trata de un terreno llano, probablemente de orígen aluvial, en la margen izquierda del arroyo de Pajares.
Toda la extensión del yacimiento, tanto al Sur como al Norte de la citada variante de la carretera nacional 340, presenta restos de materiales correspondientes al yacimiento, aunque su localización se haga difícil por el tipo de vegetación dominante a la que ya hemos aludido. Todavía pueden distinguirse materiales de construcción, como tégulas y restos de estucos, que pudieron pertenecer a una escalera aparecida en el sector y trasladada posteriormente para su conservación, además de fragmentos de cerámica común y algunas sigillatas. El conjunto de los materiales estudiados por los investigadores del yacimiento parece corresponderse a una utilización prolongada del espacio por los habitantes de una villa que cronológicamente tendría su auge entre el siglo II y el III d.C., aunque sus orígenes podrían remontarse al siglo I d.C. y su epílogo llegaría probablemente hasta el siglo V d.C. Dicha villa, a juicio de los restos encontrados (piletas de salazón, ánforas, etc.) tendría una funcionalidad industrial de cara al aprovechamiento de su proximidad al mar. Entre los materiales más destacados que ha ofrecido esta villa pueden resaltarse una escultura acéfala de realización local, conocida como la Venus de Fuengirola, y los restos de una escalinata de mampostería y ladrillo, con paredes revestidas de estuco pintado que, una vez restaurada, se trasladó fuera de su emplazamiento general en 1988, ubicándose en la actualidad en el interior de un inmueble, propiedad del municipio, en las cercanías del río Fuengirola.























ARCHIDONA: Oppidum Túrdulo de ARXIDUNA


Quizás el Oppidum íbero mas grande de la provincia de Málaga espera turno para que alguna mente privilegiada del Gobierno de Andalucía decida ponerla en valor.














domingo, 15 de abril de 2018

ANTEQUERA: ARISPIDES, Oppidum íbero y cicudad romana.

Si queremos un ejemplo claro de la incompetencia de las autoridades competentes de Andalucia aquí está: ARISPIDES, primero poblado de la edad del bronce, después ciudad íbera y finalmente municipio romano. Su estado de abandono es total.
DATOS:

Las excavaciones arqueológicas realizados en la cumbre del cerro de Cauche el Viejo han permitido datar los primeros indicios de poblamiento en el remoto Calcolítico (hacia el 3000 a.C.), prolongándose éste sin sucesión de continuidad hasta la época ibérica. A este momento histórico pertenecen los restos de la muralla de la ciudad, destruida, según el parecer de los investigadores, durante la conquista romana de la comarca si bien es seguro que fue reconstruida posteriormente para servir de defensa al asentamiento ya romanizado.
El motor principal de esta modesta ciudad, posiblemente dependiente en algún modo de la cercana Anticaria (la actual Antequera, once kilómetros hacia el norte), debió ser su proximidad a la ruta entre Cástulo (Linares, Jaén) y Málaca, que ponía en comunicación el interior de Andalucía (y más allá lógicamente) con la actual capital de la costa del Sol, de cuyo puerto podían salir por barco toda clase de productos y muy especialmente los recursos metalíferos del curso alto del río Guadalquivir, cuya capital administrativa era la citada Cástulo, muy apreciados en la cuenca mediterránea desde tiempos inmemoriales. Esta importante ruta, aunque no aparece reflejada en textos como el itinerario de Antonino, sí que figura en el anónimo de Rávena –concretamente es la número IV—figurando sucesivamente las estaciones de Anticaria, Nescania (Cortijo de Escaña, Valle de Abdalajís) y Málaca, plazas las tres más o menos cercanas a nuestra Aratispi.
Aparte de sus competencias comerciales y logísticas, Aratispi también basaría su economía en la agricultura de secano propia de la zona, sazonada con una producción olivera cuyo recuerdo nos ha llegado en la forma de una prensa de aceite encontrada durante las excavaciones.
La ciudad romana desbordaría los estrechos límites del asentamiento ibérico hacia el siglo I d.C., descendiendo al valle inmediato, más o menos llano. El siglo II d.C. sería el de mayor esplendor de la ciudad. Así lo atestigua tanto la abundancia de cerámica sigillata localizada en los estratos correspondientes como el hecho de que los cinco epígrafes conservados estén fechados en dicha centuria. Incluso se puede concretar un poco más restringiendo este periodo al primer tercio del siglo, cuando se tallaran sendas inscripciones honoríficas respectivamente dedicadas a los emperadores Adriano (117- 138) y Trajano (98 – 117) en las que se hace mención expresa a los magistrados de la ciudad, fiel indicio de su vigor como entidad urbana.
El siglo III conocería un periodo de profunda decadencia, común a toda la provincia bética, y que sin ningún problema puede concretarse en la minería del alto Guadalquivir, muy paralizada por entonces con lo que ello significaba de merma de la riqueza disponible a lo largo de la ruta Cástulo-Málaca antes mencionada. En el año 262 de nuestra Era, reinando en Roma el emperador Galieno, se produce la invasión de Hispania por parte de una gran horda de francos y alamanes, pueblos bárbaros los dos procedentes del norte de Europa que, previamente, han pasado por la Galia, saqueándola y devastándola. Según el rastro de destrucciones detectado por la moderna arqueología los bárbaros fueron avanzando hacia el sur siguiendo la vía Hercúlea que bordeaba el Mediterráneo así como avanzando por el interior a través de las calzadas que comunicaban el valle del Ebro con la meseta. Llegados a la bética sufren sus efectos Baelo Claudia, Gadis y probablemente Málaca antes de pasar a la Mauritania Tingitania, donde prosiguen sus raids de saqueo. También se ha sugerido su paso por Antequera y Singilia Barba, urbes muy cercanas ambas a Aratispi, lo que unido al hecho de la probable devastación de Málaca nos permite hipotetizar el empleo de la ruta Castulo – Málaca por parte de francos y alamanes, detalle éste que en último extremo permite atestiguar la destrucción de Aratispi en algún momento entre los años 262 y el 267, fecha esta última considerada límite de la presencia germánica en Hispania antes de pasar a África. El corte en las exportaciones de aceite de oliva a Roma, provocado según los investigadores por la invasión bárbara, supondría la puntilla a una situación ya muy deteriorada aún antes del ataque norteño a causa del cese de la actividad minera y el retraimiento general del mundo urbano característico de este periodo del Imperio romano. Sí que parece cierto que Aratispi retuvo algún tipo de población residual --sin duda carente de dinamismo urbano ni con toda probabilidad instituciones públicas-- ya que en época musulmana alberga una pequeña población fortificada que perduraría a duras penas hasta la conquista cristiana de Antequera (1410) en que se despuebla para siempre.
Los principales restos conservados de Aratispi son una serie de tabernae, erigidas en una sobria mampostería cogida con mortero de cal, donde no falta algún que otro ejemplo de pavimento verificado en opus spicatum. También pueden contemplarse algunos vestigios de viviendas en la cumbre del cerro de Cauche el Viejo y la prensa olearia mencionada anteriormente así como algunos tramos de la vieja muralla ibero-romana que pasamos a describir a continuación.
Se trata de una muralla poco imponente de trazado rectilíneo, cuyos breves restos pueden observarse hoy en sector meridional del cerro, el más vulnerable al presentar una pendiente menor, a una cota ligeramente inferior a la de su cumbre.
Está ejecutada empleando la habitual técnica de triple hoja, paramento interno, paramento externo y núcleo interior heterogéneo y macizado. Su paramento externo muestra un correcto sillarejo no isódomo, en ocasiones sillería de calidad variable, que proporciona un aparejo sólido y de agradable apariencia. Como aglomerante se utilizó un mortero de barro de buena calidad, especialmente destacable en los puntos donde la falta de linealidad en las hiladas obligó al empleo de calzos de regularización. El paramento interno se encuentra hoy soterrado por lo que no se puede decir nada de él.
El elemento más destacable que podemos contemplar en esta muralla es una torre rectangular maciza de aproximadamente 3,5 metros de ancho por 2 de lado. Lo más probable es que todo el frente meridional del recinto amurallado estuviera flanqueado por torres como ésta.
La escasa similitud de los materiales y técnicas empleados en esta muralla en relación con los propios del resto de las estructuras excavadas en Aratispi, de clara cronología imperial, así como el hecho de verse interrumpida a partir de cierto punto de su traza por las tabernae citadas, permite fechar esta muralla en época republicana, posiblemente siguiendo la traza de la muralla ibérica. Estamos hablando por tanto del siglo II a.C., no mucho después de la destrucción de la muralla ibérica encuadrable en el marco de la conquista de la zona y el subsiguiente comienzo de la romanización.


Vista aérea de la ciudad.