jueves, 22 de marzo de 2018

CAMPILLOS, NECRÓPOLIS DE LAS AGUILILLAS.

Situado entre los valles del Guadalteba y Turón, en un promontorio de areniscas del Mioceno que se levanta unos 500 metros sobre el nivel del mar. La necrópolis prehistórica de las Aguilillas se descubrió a finales de los años ochenta y fue estudiada en 1991. Son siete estructuras funerarias excavadas en la roca que han conservado las cámaras sepulcrales y numerosos nichos a su alrededor. Algunas de ellas conservan los corredores de acceso. Se estudiaron más de dos mil piezas arqueológicas y una cincuentena de personas de ambos sexos y todas las edades, que fueron enterradas en estas sepulturas entre los años 2.100 y 1.900 antes de nuestra era. En un periodo de tránsito entre la Edad del Cobre y la del Bronce. Los enterramientos fueron siempre en segunda deposición (sólo los huesos) y con ellos se depositaron ajuares consistentes en vajillas de cerámicas, cuchillos de sílex y adornos personales (collares). Asimismo, se descubrieron una serie de objetos metálicos (puntas palmelas y punzones) junto a unos ídolos femeninos en piedra.
Las tumbas de las Aguilillas forman parte de la necrópolis prehistóricas construidas en cuevas artificiales del sur de la Península Ibérica, por sus formas arquitectónicas, por los restos humanos y por los ajuares arqueológicos, son de la mejor estudiadas y de las que han ofrecido más información sobre la vida y la muerte de los primeros habitantes de Guadalteba.
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VILLA-FACTORÍA DE LOS MOLINILLOS. BENALMÁDENA.

Este yacimiento es único en la zona litoral de Málaga, ya que durante los siglos I y II d.C. se dedicó a la producción de aceite, algo muy común en el interior, pero menos en la costa. A partir del siglo III d.C. se reconvirtió en factoría de salazones de pescado. Fue destruido parcialmente debido a unas recientes obras. Se conserva parte de la sala de prensado de las aceitunas, donde podemos contemplar la belleza de un pavimento de opus spicatum en muy buen estado. Se observan las huellas en la piedra de los arbores, grandes maderos dispuestos verticalmente, así como una serie de canales insertados en el spicatum y realizados en ladrillo. Sobre este pavimento se levantó posteriormente una gran pileta para salazón de pescado, revestida de opus signinum. A ambos lados de estas estructuras se distribuyen distintas dependencias e instalaciones. En la zona exterior del establecimiento se construyó otra pileta. En la parte oriental se encuentran los restos de un horno cerámico que proporcionaba los materiales necesarios para la elaboración y conservación de las salazones. Es un horno de planta ovalada y pilar central, construido de ladrillo, y que se encuentra en la actualidad parcialmente destruido

miércoles, 21 de marzo de 2018

CÁRTAMA, TODAS LAS CULTURAS EN 100 Metros.



El de Cártama se ha revelado en un yacimiento único en España, uno de los pocos rincones del planeta que en menos de cien metros permiten apreciar y con edificios de enjundia, la mayoría de las etapas de la historia del hombre.
En Cártama lo mejor está por llegar, por toda la sucesión de hallazgos que se han ido acumulando en la última década. Buena parte del mérito se debe a la sensibilidad del Ayuntamiento, que reparó muy pronto en el beneficio colectivo del cuidado de la historia y de la arquitectura. Hizo, en definitiva, lo contrario que Málaga, aunque curiosamente con los mismos elementos. A principios de este siglo, en una céntrica plaza, la Constitución, colindante a la del Pilar Alto, se iba a iniciar la construcción de la casa de la cultura. La aparición de unos restos en el solar provocó que la obra se interrumpiera de inmediato. Se inició entonces una aventura arqueológica fascinante, generosa en cuanto a descubrimientos desde primera hora.


En esos primeros trabajos de 2005, el equipo de Francisco Melero dio con un universo temporal magníficamente encajado y distribuido por escalas, algo que iba más allá de los restos romanos y que abarca entre sus manifestaciones con edificios que van desde el siglo VIII antes de Cristo a la Edad Media. Toda una colonia de civilizaciones superpuestas, en orden cronológico, dispuestas como si fueran los pisos de una tarta museística utópica. Las primeras capas ocupadas por las ciudades de los tartesos y los íberos, con fases superiores en las que se han rescatado piezas de inmenso valor y singularidad como la basílica romana, un instrumento de mármol con tribuna y escaleras que desempeñaba un papel central en la vida pública del foro: la de servir de contacto comercial y de administración de justicia.


La riqueza es inagotable. A la torre de culturas del solar, que se completa con el enunciado de una construcción visigoda y un muladar medieval atiborrado de piezas de cerámica, muchas con el sello de maestría de Al-Andalus, se añaden las muestras arquitectónicas localizadas en los alrededores. La más importante, una muralla de época púnica de grandes dimensiones que destaca por su sillería helenística y su uso nada habitual de los contrafuertes. Si el espacio depara otras sorpresas- también llama la atención los restos de sus necrópolis- es algo que el municipio se ha encargado de que no caiga en saco roto, adquiriendo poco a poco la manzana de edificios que rodea a la plaza. Según informa Melero, el 85 por ciento de las casas del entorno ya están deshabitadas y al servicio del trabajo de los investigadores. El plan ejemplifica lo que se puede hacer cuando la sensatez se alía con la sensibilidad histórica: en apenas unos cuantos años la ciudad contará con un parque arqueológico sin parangón, provisto, además, de un museo. Lo dice Daniel Florido, de Nerea, empresa arqueológica a la que se ha encomendado, con el apoyo de Melero, el diseño de la estrategia: «Cártama no sólo mira a su pasado desde los ojos de un arqueólogo, sino que mira hacia su futuro para preservar su patrimonio».